domingo, 23 de junio de 2013

EN BUSCA DE LA FELICIDAD


Colecciono espejos. Sí, lo sé, es extraño. Mis conocidos aseguran que soy un tanto ególatra y un poco narcisista. ¡Qué saben ellos! ¡Tristes ignorantes! Pero prefiero que piensen así de mí a que descubran mi secreto.
Hace ya muchos años, cuando tan solo era un niño, jugueteaba frente al espejo que era la puerta corredera del armario empotrado de la habitación de mis padres. Mi abuelo me descubrió y yo sentí la vergüenza que precede a la inocencia del niño.
-No te ruborices, Juan, no hacías nada malo, o, ¿no será que has encontrado el espíritu del espejo y me lo quieres ocultar?
-¿El espíritu del espejo, abuelo? ¿Qué es eso? –lo interrogué con los ojos abiertos como platos.
-Existe un espejo en el mundo. Nadie sabe dónde está, pero cuenta la leyenda que quien lo encuentra descubre la felicidad eterna. Te vi reír y creí que lo habías encontrado.
Al día siguiente de nuestra conversación mi abuelo falleció y yo creí que se había escondido en un espejo. Desde entonces busco en cada uno de ellos su imagen y la felicidad eterna.


Este relato ha sido presentado al III Certamen de relato corto... para mesilla de noche. En esta ocasión el tema del mes de Junio es EN EL ESPEJO. El relato no debe contener más de 200 palabras.

miércoles, 19 de junio de 2013

MICRORRELATO

El verano intentó salir, pero ante la imposibilidad de saltar la valla se dio la vuelta y se metió otra vez en casa.

martes, 18 de junio de 2013

LA LEYENDA DEL LADRÓN, de Juan Gómez-Jurado

Una manta de calor cubría la tierra. Los cascos de los caballos reverberaban en el Camino Real.
Un hombre enjuto y de rasgos afilados encabezaba el grupo, seguido por dos carros tirados por pencos grises. Dos mozos para cuidar de las bestias y tres ganapanes para cargar con los sacos de trigo iban a bordo de los vehículos. Cerraba la comitiva una recua de mulas, que tragaba estoicamente el polvo que levantaban ruedas y herraduras.
El que lideraba la marcha retorció las riendas entre los dedos. Tenía que hacer grandes esfuerzos para no clavar las espuelas en los ijares del caballo y galopar hacia Écija. Estrenaba aquella jornada el cargo de comisario de abastos del rey, encargado de reunir trigo para la Grande y Felicísima Armada que Felipe II estaba preparando para invadir Inglaterra. Como antiguo soldado que era, aquel encargo llenaba al nuevo comisario de orgullo y responsabilidad. Sentía que iba a contribuir a la gloria que iba a conquistarse en los próximos meses. Si no podía sostener él mismo un mosquete —pues en una batalla librada dieciséis años antes había perdido el uso de una mano—al  menos podría alimentar a quienes los empuñasen.”

            Así comienza La leyenda del ladrón una novela amena, entretenida, de fácil lectura que te engancha de la primera a la última página. Ambientada en la Sevilla del siglo XVI, por sus páginas desfilan personajes de distinta condición social como prostitutas, mendigos, nobles, espadachines, y un sinfín de gentes entre las que destaca la figura de Sancho de Écija.
            Creo, personalmente, que el mayor logro del autor es conseguir una perfecta ambientación. Es sencillo imaginar al protagonista viviendo sus primeros años en el orfanato donde lo deja el comisario de abastos del rey que lo salva de una muerte segura; o recorriendo las calles de Sevilla con su buen amigo el enano Bartolo; en la herrería de Dreyer, el herrero; o en galeras con el negro Josué. Y, por supuesto, no falta la historia de amor con una mujer nada convencional para la época, la hermosa Clara.
            El autor, el periodista Juan Gómez-Jurado, ha publicado otras novelas como Espía de Dios, Contrato con Dios y El emblema del traidor. Además, me gustaría puntualizar la cercanía del autor con sus lectores ya que se trata de un autor muy activo en las redes sociales y una persona de carácter afable y campechano. Lo conocí personalmente en la Feria del Libro de Madrid del año pasado y ya me sorprendió su amabilidad y proximidad con todo lector que quisiera acercarse a charlar con él sobre su obra.






Esta es la reseña del libro La leyenda del ladrón con la que he colaborado en el blog Leo y Comento. Espero que os guste.

sábado, 8 de junio de 2013

EL CAMINO, de Miguel Delibes

“Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así. Daniel, el Mochuelo, desde el fondo de sus once años, lamentaba el curso de los acontecimientos, aunque lo acatara como una realidad inevitable y fatal. Después de todo, que su padre aspirara a hacer de él algo más que un quesero era un hecho que honraba a su padre. Pero por lo que a él afectaba…”




Así comienza El Camino. Es una novela magníficamente narrada que cuenta una tierna y entrañable historia. Delibes nos presenta a Daniel, el Mochuelo, la noche antes de dejar el pueblo castellano en el que ha vivido siempre para ir a la ciudad.  Su padre quiere que estudie y progrese y él, desde la inocencia y temor del niño, evoca momentos vividos en sus once años de vida sin un orden cronológico concreto.
El libro está estructurado en 21 capítulos breves en los que se suceden acontecimientos y anécdotas del mundo rural de la España de posguerra desde la perspectiva de un niño. Posiblemente ahí se encuentre la clave de la ternura que desprende cada una de sus páginas. En ellas encontramos a Daniel, el Mochuelo; a Germán, el Tiñoso; y a Roque, el Moñigo, despertando a la vida; así como al resto de los inolvidables personajes (las Guindillas; Mariuca; Quino, el Manco; Gerardo, el Indiano;…) que deambulan por cada una de las líneas de esta obra.
Es uno de los pocos libros que he leído dos veces. La primera vez que cayó en mis manos fue hace unos veinte años y ya me pareció grandioso aunque me quedé en la anécdota. Sin embargo, ha sido en esta segunda lectura cuando he podido realmente apreciar el trasfondo social que tan maravillosamente plantea Delibes.

Sin duda alguna, una de las obras que todos deberíamos leer, al menos una vez en la vida.