Hoy he vuelto a quedarme absorto mirando la
pantalla del móvil fijamente. Quería llamar a un conocido, pero mis dedos se
han deslizado torpemente por la pantalla hasta detenerse en tu nombre. He
pensado en pulsar el botón verde, pero sabía que no responderías; ni siquiera
sé por qué conservo todavía tu número, si sé que nunca volveremos a hablar.
De pronto los recuerdos de nuestro último
encuentro han vuelto a golpearme como puños de acero en la boca del estómago.
Media hora de discusión arrasando toda una vida juntos. ¿Cómo empezó? Desde
entonces no he podido recordarlo; algún asunto banal se fue colando entre
nosotros como el veneno de la serpiente se mezcla con la sangre de su víctima
hasta acabar con ella.
El sonido melódico del teléfono me ha devuelto
a la realidad. Por un momento he sentido un escalofrío; he creído volver a
escuchar la voz de tu madre, diciéndome que había perdido a mi mejor amigo en
un fatal accidente.
-¡Demandar
a una medusa! ¡Es ridículo! ¡Un oprobio a mis conocimientos!
Esas
fueron mis palabras cuando mi jefe me encargó mi siguiente caso, pero su mirada
borró de mi boca todos los pensamientos que pugnaban por hacerse palabra.
Mi
cliente, miembro del Comité de Empresa, no pudo asistir a la decisiva reunión
donde se tenía que debatir una prórroga en su cargo y en la que fue desestimada
su pretensión, concediendo su cargo a su más férreo enemigo.
-¡Él
puso esa medusa allí, aunque no lo podamos demostrar! ¡Siempre ha querido mi
cargo! Solo él sabía que soy alérgico a la picadura de medusa. Me he informado
bien en internet y sé que contra él no podemos ir porque no hay pruebas pero la
medusa no se libra por cómplice –lo escucho decir mientras anoto en mi cuaderno
todos los datos que necesitaré para contentar a mi jefe.
Con este relato participé en el V Concurso de Microrrelatos sobre Abogados en el mes de Agosto. El relato debe tener una extensión máxima de 150 palabras y contener obligatoriamente cinco palabras que el Comité de Selección indica. Para el mes de agosto las palabras seleccionadas fueron: CUADERNO-MEDUSA-PRÓRROGA-COMITÉ-OPROBIO.
Como muchas otras personas, conocí la obra de Dan Brown con
la lectura de El Código da Vinci a la
que siguió, en mi orden de lectura, Ángeles y Demonios, La Conspiración y El símbolo perdido. Desde el principio
me pareció que Dan Brown había dado con una fórmula perfecta para hacer que sus
libros funcionen y pasen a formar parte de esas novelas que engrosan las
estadísticas de libros más leídos de todos los tiempos.
En Inferno Dan
Brown vuelve a confiar en Robert Langdon, profesor de simbología religiosa. En
esta ocasión la trama comienza con el profesor en un hospital, despertándose en
mitad de la noche, desorientado, sin ningún recuerdo de las últimas horas. Ahí
conoce a Sienna Brooks, con la que tendrá que huir en una trepidante aventura
por las calles de Florencia siendo Dante y su obra La Divina Comedia quien guarde las claves del enigma que le llevan
hasta un inigualable científico obsesionado con el fin del mundo.
Booktrailer de Inferno.
La novela consta de un prólogo, ciento cuatro capítulos y
un epílogo. Se trata, pues, de capítulos cortos con ritmo ágil, dinámico, de
rápida lectura, que, además, invitan a seguir leyendo “un poco más”.
Los personajes están bien definidos. Como en obras
anteriores en las que Robert Langdon era protagonista, esta vez también estará
acompañado de una bella e inteligente mujer, Sienna Brooks. Ella será un punto
destacado en la trama evitando, incluso, que la vida de Robert corra peligro en
diversas situaciones. Desde mi punto de vista, Sienna es un personaje con mucha
fuerza, más incluso que el propio Robert, quien a fuerza de protagonizar las
obras se ha convertido en un personaje previsible.
Dan Brown se decanta por un narrador omnisciente y por un
diálogo fluido y rápido, cargado de intervenciones breves que agilizan el
relato, con giros constantes en la trama que logran la atmósfera de suspense
que engancha al lector desde los primeros capítulos.
En cuanto a la narrativa, desde mi punto de vista, no es
brillante. Se trata de una novela, como las anteriores, para pasar el rato, de
esas que a veces necesitamos leer entre otras más intensas. Sin embargo, no
puedo dejar de señalar el intenso trabajo de documentación que ha realizado el
autor. La mayoría de los lugares que se describen en el libro son reales, así,
escenarios como los jardines Boboli, el Duomo, el Palazzo Vecchio, las calles
de Florencia,… todos son fácilmente reconocibles, igualmente sucede con las
obras de arte en el libro mencionadas.
Por todo ello, es una obra que recomiendo para pasar un rato entretenido, para desconectar, para perderse por las calles de Florencia, principalmente, y para descubrir el arte que encierran sus páginas.