miércoles, 29 de mayo de 2013

UN DESCONOCIDO EN EL SEMÁFORO

            Un fuerte trueno la despertó de su ensoñación y, a duras penas, se pudo levantar del sofá donde se había recostado. La televisión mostraba la imagen de una presentadora de moda, elegante, enamorando a la cámara y a los contertulios que la escuchaban boquiabiertos. No le prestó más de un segundo de atención. Se acercó a la ventana. Finas gotas de lluvia aporreaban el cristal con leve intensidad. Al otro lado de la calle, un hombre esperaba que el semáforo cambiara de color para poder cruzar. Algo en él llamó su atención. Enfundado en un abrigo de paño negro, se subía las solapas intentando, inútilmente, resguardarse de la lluvia. Movía los pies lentamente, en un ligero balanceo, en un intento de acortar la espera.

            El señor miró hacia arriba, fijando su atención en la ventana donde se encontraba ella y un escalofrío recorrió su espina dorsal. El semáforo se puso verde y él desapareció de su campo visual. Algo aliviada y desconcertada volvió a su sofá, centrándose en la televisión, que otra vez mostraba un primer plano de la presentadora de moda. Sin embargo, la imagen de aquel extraño seguía impresa en su retina negándose a marcharse sin dar explicaciones.

            No habían pasado ni cinco minutos cuando creyó que alguien estaba hurgando en la cerradura y sintió un temor que se convirtió en un leve y apenas audible gemido.

-No te asustes, cariño. Soy yo. Ya he vuelto de la farmacia de recoger tus medicinas. He hablado con la farmacéutica y creo que deberíamos contratar a alguien que te cuide cuando yo tenga que salir, tu enfermedad avanza irremediablemente –le decía desde la cocina mientras ella seguía preguntándose qué hacía el desconocido del semáforo en su casa.

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