domingo, 28 de abril de 2013

DULCE MELODÍA


Estaba exhausta. Las últimas horas habían sido agotadoras. El último esfuerzo la había dejado agotada; notaba las gotas de sudor resbalar por su frente; apenas podía llenar sus pulmones con el aire que se negaba a entrar por sus fosas nasales. Cerró los ojos. Estaba al borde del desfallecimiento.
Entonces escuchó esa especie de música. Jamás había escuchado nada similar. Sintió que una energía sobrenatural invadía de nuevo su cuerpo; se colaba por sus oídos y llegaba alegre a su cerebro produciendo un efecto placentero y reconfortante.
Alguien le tocó suavemente en el hombro. Ella abrió los ojos. Una enfermera ponía sobre su pecho al hijo que acababa de nacer.

2 comentarios:

  1. Precioso y único ese momento del alumbramiento, donde del sopor del esfuerzo surte el regalo.

    Un abrazo.

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  2. Realmente muy bello. Un abrazo, amigo.

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